miércoles, 7 de diciembre de 2011

Para este viaje no hacían falta... expertos

He recibido muchísimas llamadas y correos electrónicos de amigos, de fotógrafos, de gente que me conoce, copio este correo recibido por considerarlo muy interesante.

Octavi Centelles


"Para este viaje no hacían falta alforjas"... tampoco expertos ni teóricos





La Vanguardia, del 4 de diciembre de 2011, recoge una doble página en la que se hace una crítica al Ministerio de Cultura de España por la exposición de Agustí Centelles en Nueva York.
Toda crítica consistente debe ser tenida en consideración. El autor, el fotográfo y teórico don Joan Fontcuberta, llega a una serie de conclusiones basándose en sus interpretaciones. Por ejemplo: “Es de suponer que los americanos…”. “(Por si no lo pillan…)”. “Me preocupaba que desde el Ministerio y desde el futuro incierto del Centro Documental..”. “Su archivo (el de Centelles) hubiese quedado enterrado en vida”. “Pienso que se vendió el legado de Centelles por un plato de lentejas.” “Si la del King Juan Carlos es la importante…”, etc. No podemos esperar elevar a categoría de enseñanza una mera interpretación personal. Hacerlo sería seguir desinformando desde el mismo medio que publicó decenas de imágenes de Centelles, claro que La Vanguardia actual no es la misma que la de los años 1936-1939.
El teórico realiza afirmaciones categóricas que no se corresponden con la realidad: “Las ochenta obras seleccionadas no se exhiben…” (Al contar la piezas expuestas encontraremos que son cuarenta fotografías las que se exhiben, la mitad de la exposición prevista en Salamanca, que tiene previsto llegar a las 320). “La museografía es una caricatura…” (Eleva a categoría de museo lo que antes ha definido como ‘una discreta dependencia universitaria’.)
“¿Es esta la estrategia para equiparar el trabajo de Centelles al de Capa?”, se pregunta. (La realidad es que fue la revista Cambio 16 la que utilizó en un titular la expresión ‘El Capa español’. Los herederos de Agustí siempre han rechazado equiparar a Centelles con Capa, a pesar de que se cruzaran sus caminos. Sostienen que la obra de Centelles es anterior a la de Capa y no digamos en cuanto a la subordinación del orden establecido.)
También se sorprende el fotógrafo y teórico Fontcuberta por la expresión La maleta francesa. Afirma que con este subtítulo se vincula con The mexican suitcase. Obvia el teórico que el subtítulo aparece después de la explicación del próposito de la exposición, y que comparte proyección con otro subtítulo El fotoperiodista leal. Y que por cierto, hablando de maletas, la maleta de Centelles es muy anterior a la de Capa.
“Se ha editado un catálogo ambicioso en formato y extensión –aunque de diseño amuermado y traducción al inglés un tanto macarrónica--.” El teórico desconoce la normativa (Pliego de edición del Ministerio) sobre el diseño de sus catálogos. Es fácil criticar un catálogo, sobre todo si este no ha caído en la órbita de sus conocidos. No se podía volver a reeditar el catálogo de La Virreina, puesto que al exposición de Centelles actual difiere de la anterior. Por cierto, ¿acaso el teórico no se ha fijado en los errores del catálogo de La Virreina? Los tiene, pero este es otro apartado más amplio, pero los errores de los conocidos se justifican, algo incomprensible en un teórico. Este catálogo no es de “los suyos”. Si lo examina con detenimiento comprobará que es la primera vez que Agustí Centelles es el actor y no los redactores. Por otra parte, sí aparecen algunas imágenes en el catálogo actual y en el de La Virreina. ¿Hay alguna diferencia, pues? Sí, la documentación, pues se ha hecho incapié en quién, cuándo, cómo y dónde. Menos mal que los dos catálogos están editados y se pueden comparar, y lo harán ojos expertos e independientes, no solo teóricos.
El teórico Fontcuberta se limita a citar a tres autores, dejando de lado a dos, historiadores de prestigo. Así pues no realiza un examen total del texto. No lo hace para alabarlos, pero cae en la contradicción, supongo que teórica: a los mismos que critica los alaba. Me explico, el teórico Fontcuerta afirma “La aportación más valiosa es un rastreo de las fotografías de Centelles en revistas extranjeras durante la Guerra Civil y el semblante biográfico firmado por Rocío Alcalá del Olmo”. ¿Quién ha realizado ese rastreo de la fotografías de Centelles en las revistas extranjeras? Hasta ahora ninguno de los escribidores del catálogo de La Virreina. ¿Quién ha adquirido esas revistas para formar parte del archivo? Ninguno de los anteriores autodenominados expertos en Centelles. Se queja de que no hay una bibliografía que permita ahondar en el conocimiento de la obra de Centelles, pero no examina las 88 notas con referencias que se han colocado al lado del texto principal para potenciar la investigación, cuando la otra opción teórica es colocar las notas al final del artículo, dificultando su consulta.
Hecha en falta el teórico Fontcuberta la colaboración de los anteriores escribidores sobre Centelles, pero no se da cuenta del porqué. La aportación de los anteriores colaboradores y presuntos descubridores de Centelles se ha limitado a lo que hasta ahora han aportado y no se trataba de volver a realizar “más de lo mismo”. Es de justicia poética que Centelles se universalice y salga de unos límites intelectuales que lo condicionan.
De la lectura del artículo del teórico Fontcuberta no sabemos si el catálogo es un despropósito o un “libro científico” (pues utiliza ambas expresiones). Por otra parte existen reportajes con un punto de vista totalmente diferente al mismo catálogo, “todo es según el color del cristal con que se mira”. En este caso el observador es un teórico, el cristal un diario extremadamente conocido. El color se desprende de la lectura.

Expresa cierta preocupación de que la polémica Comunidad Autónoma/Estado español arraigue en la sociedad estadounidense, “un público internacional que la desconoce”. Bueno, tal vez sea hora de que se conozca la realidad, que no es más que una, sea en Cataluña, en España o en cualquier otro país.
El problema de la documentación es que no es teórica.
Para este viaje no hacía falta tanto teoría, tampoco alforjas, era suficiente con tunear un poco al animal.

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