lunes, 30 de abril de 2012

El dibujo del millón de euros


Fragmento de 'Mademoiselle Léonie', de Pablo Picasso.
El dibujo del millón de euros solo podía estar firmado por Picasso y no parece arriesgado decir que, en estos momentos, solo ha podido ser adquirido por la poderosa Fundación Mapfre. El dibujo Mademoiselle Léonie (1910), Crayón y tinta china sobre papel de 64,3 x 49,5 centímetros, era propiedad de Marina Picasso, nieta del pintor, beneficiada con el millón de euros que ha desembolsado la aseguradora. Pablo Jiménez Burillo, director general explica que se trata de uno de los escasísimos dibujos que Picasso realizó durante los poco más de dos años que se dedicó intensamente al cubismo. «Es uno de los ejemplos más claros de cubismo analítico, en un momento en el que evolucionaba a un estado más intelectual y puro. La obra no estaba a la venta», añade «pero estábamos detrás de ella desde hace mucho tiempo por su innegable interés. Cuando descubrimos que era propiedad de Marina Picasso, nos costó convencerla. Finalmente hemos rematado la operación».
Mademoiselle Leonie forma parte de un grupo de obras realizadas sobre papel con las que el artista trabajó primero en París  y más tarde, en Cadaqués, donde pasó  el verano en compañía de Fernande Olivier. Eran momentos cruciales para la evolución de la obra del artista. La nueva adquisición de Mapfre es  un estudio preparatorio para los grabados que ilustran la obra Saint Matorel, (escrita por Max Jacob en 1909) por encargo de Henri Kahnweiler, el mítico marchante de la vanguardia parisina de principios del siglo XX.
Pablo Picasso entregó cuatro aguafuertes, que fueron impresos por Les Presses Eugène Delâtre. Se estamparon  106 ejemplares, 6 de ellos sin posibilidad de venta. Realizados entre agosto de 1910, en Cadaqués, y el otoño del mismo año esas estampas están repartidas en colecciones de públicas y privadas de todo el mundo (MoMa, Norton Simon Art Foundation, Casa natal de Picasso en Málaga…) La protagonista de todas ellas es Mademoiselle Leonie. El dibujo ha participado en varias exposiciones celebradas en el National Museum of Modern Art, Tokyo, 1983, en el Museum of Modern Art de Nueva York, 1990 o en la Tate Gallery, Londres, 1994.
La colección Mapfre, con más de 1.500 obras , posee varias obras más del artista malagueño : Maternidad (1901) y Arlequín y Polichinela más la colección de grabados que componen la Suite Vollard, 100 estampas encargadas por el marchante Ambroise Vollard y firmadas entre 1930 y 1937.
Pese al coste de la operación, ni de lejos se acerca a los logros de la pintura de Picasso en el mercado. Inamovible desde hace años entre la lista de los cinco primeros más cotizados, el óleo "Nude, Green Leaves and Bust", superó los 81 millones de euros en una subasta celebrada en Nueva York.

Barcelona, 2 de mayo de 1937



foto

Barcelona, «fets de maig de 1937» grupo de milicianos (posiblemente del POUM) en una barricada.

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  1. Ver imagen en flickr.com Barcelona, 3,4 de mayo de 1937
    barricadas en las calles de la Ciutat Condal. 
    Octavi Centelles (hace 14 horas)
    Las Jornadas de Mayo de 1937, muchas veces llamadas también Sucesos de Mayo, Sucesos de Barcelona o Hechos de Barcelona, son una serie de enfrentamientos sucedidos principalmente entre el 3 y el 8 de mayo de 1937 en diversas localidades de las provincias de Cataluña, con epicentro en la ciudad de Barcelona, que enfrentaban a los grupos Anarquistas y Trotskistas (partidarios de la Revolución), por un lado, y al Estado republicano, la Generalidad de Cataluña y algunos grupos políticos, por otro lado. Fue el punto culminante del enfrentamiento entre la legalidad republicana de la preguerra y la Revolución, que estaban en roce constante desde el 18 de julio de 1936.
    El 2 de mayo el ministro de Marina y Aire, Indalecio Prieto, telefoneó a la Generalitat desde Valencia...
    El 3 de mayo Un cuerpo de 200 policías mandados por el consejero de Orden Público de la Generalidad de Cataluña, Rodríguez Salas, se dirigió a la central de la Teléfonica y se personó en el departamento de censura (situado en la segunda planta) con la intención de tomar el control del edificio.. Aquello pareció a los anarquistas una provocación...
    El 4 de mayo Barcelona estaba sumida en el silencio, sólo interrumpido por el fuego de fusiles y ametralladoras. Los comercios y edificios estaban cubiertos por barricadas. Bandas armadas de anarquistas atacaron los cuarteles de la Guardia de Asalto y edificios gubernamentales
    El 5 de mayo, Tarradellas, respaldado por el presidente Companys, seguía negándose a acceder a la exigencia anarquista de que dimitieran Rodríguez Salas y Ayguadé
    El 6 de mayo, durante la madrugada la CNT llama una vez más a los trabajadores a regresar al trabajo que se observó durante la mañana, aunque los llamamientos para volver al trabajo fueron desatendidos, más por miedo que por obstinación.2 Por la tarde, no obstante, se reanudaron los combates. En un cine resultaron muertos varios guardias de la GNR por disparos de una pieza de artillería de 75 mm. que habían traído de la costa varios miembros de las juventudes libertarias
    ...aproximadamente 5.000 miembros,1 la mayoría de ellos Guardias de Asalto, parten de Madrid y Valencia hacia la capital catalana. Por la noche dos destructores republicanos, acompañados por el acorazado Jaime I llegaron al puerto de Barcelona procedentes de Valencia y cargados de hombres armados
    7 de mayo... a las ocho y veinte de la mañana llega la expedición de los Guardias de Asalto a Barcelona, ocupando distintos puntos neurálgicos de la ciudad. Algunos vienen por carretera desde Valencia,
    8 de mayo, las calles vuelven a la normalidad con algunos incidentes aislados y se empiezan a desmontar las barricadas. Los disturbios de Barcelona habían acabado finalmente.

Agustí Centelles i Ossó, in memoriam






In memoriam del  gran fotoperiodista Agustí Centelles i Ossó, nació el 21 de mayo de 1909 en València, su familia se trasladó a Barcelona donde se crió y aprendió su oficio con maestría, logró que las fotografías de un hecho local, tomadas con su cámara Leica por un fotógrafo freelance dieran la vuelta al mundo y se publicaran en decenas de periódicos y medios de comunicación.

La cruel guerra civil lo forzó al exilio, puedo volver años después, pero su archivo quedó exiliado hasta la muerte del dictador. Ahora el proyecto Agustí Centelles i Ossó está en marcha en el Centro Documental de la Memoria Histórica, en Salamanca, por expresa voluntad de sus herederos.

In memoriam Agustí Centelles i Ossó, «el fotoperiodista leal»

Fotografías Agustí Centelles i Ossó (c) 2012 Fondo Agustí Centelles i Ossó, MECyD, Centro Documental de la Memoria Histórica, Salamanca.
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS.

Este es mi homenaje a la figura de Agustí Centelles i Ossó, mi padre, mi maestro.

http://octavicentelles.blogspot.com
http://www.flickr.com/photos/agusticentellesosso

Premià de Mar (Barcelona) 30 de abril de 2012

George Orwell, Barcelona, mayo de 1937



Comentarios y favoritas

  1. George Orwell:
    YO HE SIDO TESTIGO EN BARCELONA. GEORGE ORWELL
    Artículo aparecido en la revista inglesa Controversy en agosto de 1937 y también incluido en el número 255 de La Révolution Prolétarienne, 25 de septiembre de 1937. El presente texto no fue incluido en la recopilación Mi guerra de España (Editorial Destino, 1978). George Orwell, que ya había iniciado la redacción de su Homenaje a Cataluña, efectúa en este texto una valoración personal de las Jornadas de Mayo de 1937 en Barcelona de las que fue testigo presencial. Este texto ha sido rescatado en España por Agustín Guillamón.
    Ya se ha escrito mucho sobre las revueltas de mayo en Barcelona, y un cuadro sinóptico de los principales acontecimientos ha sido minuciosamente trazado por Fenner Brockway en el panfleto La verdad sobre las jornadas de Barcelona; cuadro que, en mi opinión, es totalmente exacto. Creo, pues, que lo más útil que puedo hacer es añadir simplemente, en mi calidad de testigo ocular algunas notas marginales referentes a algunos puntos particularmente discutidos.
    Consideremos, ante todo, la cuestión de la meta perseguida, suponiendo que exista alguna, por la pretendida insurrección.
    La prensa comunista ha afirmado que todo había sido una tentativa cuidadosamente preparada para derribar al Gobierno, e incluso para entregar Cataluña a los fascistas, provocando la intervención extranjera en Barcelona. Esta última insinuación es demasiado ridícula para precisar una refutación. ¿Si fuera cierto que el POUM y el ala izquierda de los anarquistas se hubieran aliado a los fascistas, cómo explicar que los milicianos en primera línea no hayan desertado, dejando una brecha abierta en el frente? ¿Cómo explicar que los transportistas, miembros de la CNT, hayan continuado, a pesar de la huelga, el abastecimiento de víveres al frente? Sin embargo, no puedo afirmar con plena certidumbre que un proyecto revolucionario preciso no haya existido en el ánimo de un pequeño número de extremistas, los bolchevique-leninistas en particular (que se tiene la costumbre de llamar trotsquistas),que distribuyeron octavillas en las barricadas. Lo que puedo afirmar es que los hombres de las barricadas no han considerado en ningún momento que tomaron parte en una revolución. Todos teníamos la sensación de estar defendiéndonos de una tentativa de golpe de Estado por parte de los guardias civiles que se habían apoderado por la fuerza de la Central Telefónica, y que aún podían apoderarse de otros locales si no nos mostrábamos determinados a luchar. Mi interpretación de la situación se basa en lo que los hombres hacían y decían realmente en aquel momento, y es la siguiente: los trabajadores bajaron a la calle espontáneamente para defenderse, y sólo había dos cosas que conscientemente querían, la restitución de la Central Telefónica y el desarme de los odiados guardias civiles. Hay que tener en cuenta también el resentimiento causado por la creciente miseria en Barcelona y el lujoso tren de vida de la burguesía. Ahora bien, es probable que existiera la posibilidad de derribar el Gobierno si se hubiera encontrado un jefe capaz de sacar partido. Parece plenamente admitido que el tercer día los obreros estaban en condiciones de tomar el poder en la ciudad; no puede negarse que los guardias civiles estaban profundamente desmoralizados y se rendían en masa. El Gobierno de Valencia podía, ciertamente, enviar tropas frescas para aplastar a los trabajadores (envió seis mil guardias de asalto cuando la lucha había acabado); pero no podía mantener esas tropas en Barcelona si los transportistas decidían no abastecerlos. Sin embargo, de hecho, no se encontró un jefe revolucionario decidido. Los líderes anarquistas desaprobaron toda la acción y dijeron: Volved al trabajo. Los líderes del POUM permanecieron dudosos. Las órdenes que recibimos en las barricadas defendidas por hombres del POUM, órdenes que emanaban directamente de la dirección del POUM, nos conminaban a sostener a la CNT, pero sin disparar, a menos que nos disparasen primero o que nuestros locales fueran atacados. (Personalmente, he sufrido en varias ocasiones el tiroteo, sin disparar como respuesta). Luego, como los víveres iban disminuyendo, los trabajadores, poco a poco, unos tras otros, volvieron al trabajo; y naturalmente, una vez que se les dejó dispersarse sin dificultad, empezaron las represalias.
    Saber si se debió sacar partido de la situación revolucionaria es otra cuestión. Si he de dar mi opinión, yo respondería no. En primer lugar, es dudoso que los trabajadores hubiesen podido conservar el poder más de algunas semanas; y, en segundo lugar, ello hubiera significado la pérdida de la guerra contra Franco. Por otra parte, la actitud esencialmente defensiva de los obreros era a todas luces legítima: estuviesen o no en guerra, tenían el derecho de defender lo que habían conquistado en julio del 36. Quizá sea obvio decir que la revolución ha sido definitivamente perdida en esos días de mayo. Pero creo, sin embargo, que es un mal menor, aunque, a decir verdad, muy poco menor, el de perder la revolución que el de perder la guerra.
    El segundo punto discutido concierne a los participantes. La táctica de la prensa comunista, casi desde el principio, fue la de pretender que la insurrección era únicamente, o casi únicamente, obra del POUM (secundado por algunos malhechores irresponsables, si hemos de creer el Daily Worker de Nueva York). Cualquiera que estuviese en Barcelona en esa época sabe que es una afirmación absurda. La enorme mayoría de los que defendían las barricadas pertenecían generalmente a la CNT. Y es este un punto importante, pues el POUM ha sido recientemente suprimido como chivo expiatorio de la revuelta de mayo; los cuatrocientos, o más, miembros del POUM, que pueblan en estos momentos las celdas inmundas e infestadas de chinches de Barcelona, lo están, oficialmente, por su participación en los disturbios de mayo. Es, pues, esencial demostrar que por dos buenas razones el POUM no ha sido, ni podía ser el motor. Primera razón: el POUM era un partido minoritario. Si se suma al número de miembros del partido los milicianos en permiso, y los apoyos y simpatizantes de todo tipo, el número de miembros del POUM en la calle no se acercaba ni con mucho a los diez mil (y probablemente no eran más de cinco mil); ahora bien, el número de participantes en la revuelta se cifraba en decenas de millares. Segunda razón: hubo una huelga general, o casi general, que duró varios días. Sin embargo, el POUM no tenía por sí solo poder alguno para desencadenar una huelga, y la huelga no hubiera tenido lugar si los militantes de la CNT no hubiesen querido. En cuanto a los comprometidos en el otro lado de la barricada, el Daily Worker de Londres, en una de sus ediciones, tuvo la desvergüenza de pretender que la insurrección había sido reprimida por el Ejército Popular. Todos saben en Barcelona, y el Daily Worker no puede ignorarlo, que el Ejército Popular ha permanecido neutral y sus tropas no han salido de sus acuartelamientos durante todo el período de disturbios. Algunos soldados, sin embargo, tomaron parte, pero a título individual. Yo he visto dos, uno en las barricadas del POUM.
    El tercer punto concierne a la pretendida acumulación de armas del POUM en Barcelona.
    Se ha difundido de tal modo este cuento que incluso un observador como H. N. Brailsford, por lo general con gran sentido crítico, lo acepta sin verificarlo, llegando a hablar de tanques y piezas de artillería que el POUM habría robado en los arsenales del Gobierno (New Statesman, 22 de mayo). En realidad, el POUM poseía desgraciadamente pocas armas, tanto en el frente como en la retaguardia. Durante los combates callejeros, estuve en las tres principales fortalezas del POUM, la sede de su Comité Ejecutivo, la del Comité Local y el Hotel Falcón.
    Vale la pena enumerar detalladamente el armamento almacenado en estos edificios. Había en total unos ochenta fusiles, algunos de ellos defectuosos, además de algunas viejas armas de distintos modelos, todas fuera de uso por carencia de proyectiles adecuados. En cuanto a las municiones: unos cincuenta cartuchos por fusil, ninguna ametralladora, ni pistolas, ni balas de pistola, algunas cajas de granadas de mano, que además nos habían sido enviadas por la CNT tras el inicio del combate. Un eminente oficial de milicias que me habló sobre el tema pensaba que en Barcelona el POUM poseía en total unos 150 fusiles y una sola ametralladora. Era, pues, como se ve, el armamento justo para los guardias que en esta época, todos los partidos sin excepción, PSUC, CNT-FAI, situaban en sus locales más importantes. ¿Quizá se argumentará que, incluso durante las jornadas de mayo, el POUM continuaba escondiendo sus armas? ¿Pero entonces en qué queda la teoría de la revuelta de mayo, insurrección dirigida por el POUM para derrocar al Gobierno? En realidad, el mayor culpable, y con mucho, en cuanto al tema de las armas retenidas lejos del frente es el propio Gobierno. La infantería en el frente de Aragón estaba mucho peor armada que en Inglaterra un colegio de OTC. Por el contrario, las tropas de la retaguardia, guardias civiles, guardias de asalto, carabineros, que no habían sido destinados al frente, sino a mantener el orden (en realidad: intimidar a los trabajadores) en la retaguardia, estaban armadas hasta los dientes. Las tropas del frente de Aragón tenían fusiles Mauser deteriorados que se encasquillaban generalmente al cabo de cinco disparos, una ametralladora por cada cincuenta hombres, y una pistola o revólver por cada treinta hombres. Y esas armas, tan necesarias en las trincheras de la línea de fuego, no eran distribuidas por el Gobierno, sino que habían de ser compradas ilegalmente y con grandes dificultades. Los guardias de asalto poseían fusiles rusos, flamantemente nuevos, además cada grupo de doce hombres tenía su ametralladora. Estos datos hablan por sí solos. Un Gobierno que envía muchachos de quince años al frente con fusiles viejos con más de cuarenta años, y guarda sus hombres más fuertes y sus armas más modernas en la retaguardia, está manifiestamente más asustado por la revolución que por los fascistas. Ahí está la explicación de la debilidad de la política de guerra de los últimos seis meses, y del compromiso mediante el cual seguramente se terminará la guerra.
    Cuando el POUM, la oposición de izquierda (pretendidamente trotsquista) heredera del comunismo español, fue suprimida el 16 y 17 de junio, el hecho en sí mismo no sorprendió a nadie. Ya desde mayo, e incluso desde febrero, era evidente que el POUM sería liquidado si los comunistas conseguían sus propósitos. Sin embargo, lo repentino de la supresión y la mezcla de perfidia y brutalidad con la que fue llevada la acción, cogió a todos, incluso a los líderes, desprevenidos.
    Oficialmente, el partido fue suprimido haciendo recaer sobre los jefes del POUM la acusación, repetida durante meses en la prensa comunista sin que fuera tomada en serio por nadie en España, de estar a sueldo de los fascistas.
    El 16 de junio, Andrés Nin, el líder del partido, fue arrestado en su despacho. La misma noche, sin previo aviso, la policía irrumpió en el hotel Falcón, una especie de pensión familiar organizada por el POUM y frecuentada principalmente por los milicianos con permiso, deteniendo a todos los que allí se encontraban, sin acusarles de nada en particular. Al día siguiente por la mañana, el POUM fue declarado ilegal, y todos sus locales, no solamente las oficinas, bibliotecas, etc., sino también las librerías y sanatorios para los heridos fueron embargados por la policía. En pocos días casi la totalidad de los cuarenta miembros del Comité Ejecutivo fueron detenidos. Uno o dos de ellos, habiendo conseguido esconderse, fueron obligados a entregarse cuando, con medios sacados de los fascistas, se tomó a sus mujeres como rehenes. Nin fue transferido a Valencia, y de allí, a Madrid, acusado de haber vendido informaciones militares al enemigo. Es inútil decir que las habituales confesiones, las misteriosas cartas escritas con tinta invisible, y otras pruebas, estaban ya listas para salir con tal abundancia que, razonablemente, no se podía considerarlas sino como preparadas con antelación. Hacia el 19 de junio, desde Valencia llegó a Barcelona la noticia de que Nin había sido fusilado. Esperábamos que el rumor fuera falso, pero apenas es necesario subrayar la obligación para el Gobierno de Valencia de fusilar algunos, una docena, quizá líderes del POUM si quiere que sus acusaciones sean tomadas en serio. Durante este tiempo, la base del partido, no solamente los miembros, sino también los soldados pertenecientes a las milicias del POUM, y los simpatizantes o apoyos de cualquier tipo eran arrojados a prisión en cuanto la policía podía capturarlos. Quizá sea imposible realizar una estadística exacta, pero todo indica que, durante la primera semana, hubo más de cuatrocientas detenciones, solamente en Barcelona. Se sabe, sin lugar a dudas, que las prisiones estaban tan llenas que un elevado número de prisioneros hubo de ser encerrado en tiendas y otros depósitos provisionales. Según todas mis investigaciones ninguna distinción se ha hecho en estas detenciones entre los que tomaron parte o no en los disturbios de mayo. En cambio, la prohibición del POUM tuvo validez retroactiva. Dado que el POUM acababa de ser ilegalizado, todos los que, en alguna ocasión, habían pertenecido al POUM fueron considerados infractores de la ley. La policía arrestó incluso a los heridos de los sanatorios. Entre los detenidos en una de las prisiones he visto, por ejemplo, dos hombres conocidos por mí, amputados de una pierna; y también un niño que no tenía más de doce años.
    Y hay que pensar en lo que significa prácticamente el encarcelamiento en España en este momento. Sin hablar de la superpoblación de las cárceles provisionales, de las condiciones insalubres, de la falta de luz y aire y de la alimentación inmunda, se da la ausencia total de algo que pudiera parecerse a la legalidad. Nada más legítimo, por ejemplo, que el habeas corpus; pues bien, según la ley actualmente vigente en España, o, en todo caso, según su aplicación actual, cualquiera podía ser encarcelado indefinidamente, no sólo sin juicio, sino incluso sin acusación. Y en tanto no existe acusación, las autoridades pueden, si quieren, incomunicarle (es decir, uno no tiene el derecho de comunicarse ni siquiera con un abogado ni cualquier otra persona ajena a la prisión). Es fácil entender qué valor cabe dar a las confesiones obtenidas en tales condiciones. la situación es peor aún para los más pobres, dada la supresión del Socorro Rojo del POUM, que facilitaba un abogado a los encarcelados, y que ahora ha sido suprimido como otras organizaciones del POUM.
    Pero el aspecto más odioso, quizá, de todo sea el haber impedido deliberadamente que toda información sobre estos hechos llegase a las tropas del frente de Aragón, por lo menos durante cinco días o más. Precisamente yo estaba en el frente del 15 al 20 de junio. Me trasladaron en ambulancia a pueblos de segunda línea, Siétamo, Barbastro, Monzón, etcétera. En todos estos lugares, los cuarteles generales de milicias del POUM, sus Comités del Socorro Rojo y demás organizaciones funcionaban normalmente; incluso tan lejos como en Lérida (a 100 kilómetros de Barcelona) y hasta el 20 de junio, absolutamente nadie sabía que el POUM había sido suprimido; no se decía una palabra en los diarios de Barcelona, mientras en el mismo momento en los de Valencia (que no llegaban al frente de Aragón) resplandecía el relato de la traición de Nin.
    Como tantos otros camaradas he conocido la amarga experiencia del regreso a Barcelona para encontrarme con la supresión del POUM durante mi ausencia. Por suerte, fui prevenido justo a tiempo para poder escaparme, pero otros no tuvieron ocasión. Todo miliciano del POUM que viniese del frente en esta época podía elegir entre esconderse inmediatamente o ser metido instantáneamente en prisión. ¡Una recepción verdaderamente agradable tras tres o cuatro meses en primera línea del frente! La razón de esto era evidente: la ofensiva de Huesca acababa de empezar, y el Gobierno temía probablemente que si los milicianos del POUM se enteraban de lo que sucedía, estos abandonasen el frente. Personalmente no creo que la fidelidad de los milicianos se hubiera debilitado. Pero, en todo caso, tenían derecho a conocer la verdad. Hay algo indeciblemente odioso en el hecho de enviar hombres al combate (cuando yo abandonaba Siétamo, la lucha ya se había iniciado y los primeros heridos, metidos en las ambulancias, eran zarandeados en las abominables carreteras) ocultándoles que en ese mismo momento, a sus espaldas, su partido era suprimido, sus jefes denunciados como traidores, y sus amigos y parientes metidos en prisión.
    El POUM era sin duda el más débil en número de todos los partidos revolucionarios, y su supresión no atañe, sino relativamente, a pocas personas. Según todos los indicios, no habrá en total más que una veintena, de fusilados o condenados a largas penas de prisión, centenares de existencias destrozadas, y algunos millares de perseguidos pasajeramente. Sin embargo, su supresión es, como síntoma, muy importante. En primer lugar, muestra claramente al extranjero lo que ya era evidente a ojos de algunos observadores en España: que el actual Gobierno tiene más puntos de semejanza que de diferencia con el fascismo (Lo que no significa en modo alguno que no valga la pena luchar contra el fascismo más abierto de Franco y Hitler. En cuanto a mí, ya había comprendido desde mayo la tendencia fascista del Gobierno, pero no por eso dejé de ir de nuevo voluntario al frente, como hice).
    En segundo lugar, la eliminación del POUM es un signo descorazonador del inminente ataque contra los anarquistas. Ellos son los enemigos que los comunistas realmente temen, mucho más de lo que nunca han temido al POUM, numéricamente insignificante. Los líderes anarquistas han tenido ahora una demostración de los métodos que se emplearán también con ellos: la única esperanza que resta en lo que atañe a la revolución, y probablemente también a la victoria en la guerra, es que la lección les sea útil y se decidan y se preparen para defenderse antes de que sea tarde.

Barcelona, fets de maig de 1937. Desembarco de las tropas el día 7 de mayo enviadas por el gobierno de la República.

Barcelona, fets de maig de 1937. Desembarco de las tropas el día 7 de mayo enviadas por el gobierno de la República.

Barcelona, «fets de maig de 1937» grupo de milicianos (posiblemente del POUM) en una barricada.

Barcelona, «fets de maig de 1937» grupo de milicianos (posiblemente del POUM) en una barricada.


Artículo en wikipedia,


Las Jornadas de Mayo de 1937, muchas veces llamadas también Sucesos de Mayo, Sucesos de Barcelona o Hechos de Barcelona, son una serie de enfrentamientos armados sucedidos principalmente entre el 3 y el 8 de mayo de 1937 en diversas localidades de las provincias de Cataluña, con epicentro en la ciudad de Barcelona, que enfrentaban a los grupos Anarquistas y Trotskistas (partidarios de la Revolución), por un lado, y al Estado republicano, la Generalidad de Cataluña y algunos grupos políticos, por otro lado. Fue el punto culminante del enfrentamiento entre la legalidad republicana de la preguerra y la Revolución, que estaban en roce constante desde el 18 de julio de 1936.


El 2 de mayo el ministro de Marina y Aire, Indalecio Prieto, telefoneó a la Generalitat desde Valencia...


El 3 de mayo   Un cuerpo de 200 policías mandados por el consejero de Orden Público de la Generalidad de Cataluña, Rodríguez Salas, se dirigió a la central de la Teléfonica y se personó en el departamento de censura (situado en la segunda planta) con la intención de tomar el control del edificio.11 Aquello pareció a los anarquistas una provocación.


El 4 de mayo Barcelona estaba sumida en el silencio, sólo interrumpido por el fuego de fusiles y ametralladoras. Las calles de la ciudad permanecen bloqueadas  por barricadas. Bandas armadas de anarquistas atacaron los cuarteles de la Guardia de Asalto y edificios gubernamentales


El 5 de mayo, Tarradellas, respaldado por el presidente Companys, seguía negándose a acceder a la exigencia anarquista de que dimitieran Rodríguez Salas y Ayguadé,.


El 6 de mayo, durante la madrugada la CNT llama una vez más a los trabajadores a regresar al trabajo que se observó durante la mañana, aunque los llamamientos para volver al trabajo fueron desatendidos, más por miedo que por obstinación.2 Por la tarde, no obstante, se reanudaron los combates. En un cine resultaron muertos varios guardias de la GNR por disparos de una pieza de artillería de 75 mm. que habían traído de la costa varios miembros de las juventudes libertarias


Hubo aproximadamente 5.000 expedicionarios para controlar la revuelta , la mayoría de ellos Guardias de Asalto, parten de Madrid y Valencia hacia la capital catalana. Por la noche dos destructores republicanos, acompañados por el acorazado Jaime I llegaron al puerto de Barcelona procedentes de Valencia y cargados de hombres armados


7 de mayo... a las ocho y veinte de la mañana llega la expedición de los Guardias de Asalto a Barcelona, ocupando distintos puntos neurálgicos de la ciudad. Algunos viajaron por carretera desde Valencia.


8 de mayo,  las calles vuelven a la normalidad con algunos incidentes aislados y se empiezan a desmontar las barricadas. Los disturbios de Barcelona habían acabado finalmente.

Fotografían con cubos de basura



Esta fotografía se ha hecho con un cubo de basura

Once empleados de la recogida de basuras de Hamburgo ponen en marcha un proyecto para realizar fotografías con contenedores


Foto realizada por Bernd Leguttky, Christoph Blaschke y Mirko Derpmann
Ahora que tan de moda quieren poner algunos a los emprendedores, la ocasión se antoja como la más propicia para contar historias de ciudadanos con iniciativas sensibles, solidarias y creativas. Este es el caso de dos profesionales que viven en Berlín y que un buen día tuvieron la idea de ofrecerles a los encargados de retirar las basuras de las calles una actividad paralela a su trabajo que muchos de estos empleados públicos consideran penoso, tedioso y rutinario.
Se llaman Mirko Derpmann, director creativo de la agencia Scholz & Friends, de 40 años y Christoph Blaschke, de 39, arquitecto. Mirko y Christoph pensaron que sería una gran ocurrencia transformar los feos y fríos contenedores de basura en cámaras fotográficas. Concretamente en cámaras estenopeicas -como las cámaras oscuras que a muchos críos les encargaban en las clases de manualidades-. Se pusieron manos a la obra y una vez que lograron perfeccionar una buenamáquina propusieron al departamento de limpieza del Ayuntamiento de Hamburgo que se involucrara en el asunto. "Dijeron que sí, así que finalmente encontramos once empleados (uno de ellos una mujer) interesados en fotografiar los lugares favoritos de su ciudad con el contenedor de la basura", explica Derpmann desde su despacho en la capital alemana. Así nacía el Trashcam Project, el proyectocámarabasura.
El empleado de recogida de basuras de Hamburgo, Hans-Dieter Braatz realiza una fotografía con el contenedor 'tuneado' en cámara de fotos. / MIRKO DREPMANN
"Empezamos a principios de marzo a probar si la cosa funcionaba. Hicimos un agujero en la parte delantera del contenedor en la que pegamos una pieza que previamente habíamos perforado con un láser para obtener una abertura de 0,8 milímetros de diámetro. Construimos una especia de marco en el que fijar el papel fotográfico dentro del contenedor y tomamos la primera fotografía", continúa Derpmann. El resultado es esta fotografía, el comienzo de un proyecto que sus protagonistas todavía no saben muy bien hasta dónde puede llegar.
La primera fotografía del proyecto Trashcam tomada en Berlín.
Por supuesto hubo algún que otro problema estructural. El fundamental consistía en encontrar la manera de introducir el papel fotográfico en semejante mamotreto de cámara de 1.100 litros de volumen sin que se velara por el efecto de la luz. A grandes problemas, grandes soluciones. "Encontramos la fórmula. Era un engorro tener que trasladar el contenedor desde un cuartel general hasta el lugar elegido para hacer la toma, así que decidimos hacernos con un cuarto oscuro portátil. Utilizamos una furgoneta estanca con luz roja para meter el papel", explica el publicista.
El siguiente paso consistía en encontrar un laboratorio en el que se pudieran revelar las fotografías tomadas por los empleados de la limpieza. También lo construyeron ellos con la ayuda del fotógrafo residente en Hamburgo Mattias Hewing, que colabora en el proceso de positivado de las copias.
"El tiempo de exposición lo calculamos con un fotómetro normal. Utilizamos papel preparado para 8 asa y normalmente tomar una fotografía requiere entre 5 y 45 minutos", asegura Derpmann que confiesa tener la intención de organizar una exposición con las instantáneas, aunque todavía están buscando el momento y el lugar adecuado.

domingo, 29 de abril de 2012


Former Haaretz photojournalist rebel enters the world of art

Photographer Pavel Wolberg, now exhibiting his work at Ashdod Art Museum, says photographers are at 'bottom of journalistic pyramid.'

By Ellie Armon Azoulay
In his photographs, Pavel Wolberg tries to step back from traditional photojournalism and reportage, from investigative and documentary photography. He also avoids taking a political stance or imposing moral judgments, and instead insists on creating "a photo like a photo," to use his definition. And yet his photographs, one after the other, reveal society in all its bare ugliness. At times, the view arouses pity; at other times momentary revulsion. But somehow, surprisingly, they all manage to elicit the viewer's identification.
"When I look at Wolberg's series of photographs of Kafr Tofah - we assume they were all taken the same day - he is the witness I would have liked to have there instead of me," writes Haaretz photographer Alex Levac. "It is the kind of photography that elicits in me thoughts and empathy for both of the families photographed: the woman continuing with her daily routine, continuing to smile even, despite the invading soldier and the terrified family huddling, the little girl pleading.
“Hebron Purim,” 2010, from Wohlberg’s photo exhibit 'Dissemblance' at Ashdod Museum of Art.
'Hebron Purim,' 2010, from Wohlberg’s photo exhibit 'Dissemblance' at Ashdod Museum of Art.
"But he also elicits empathy of a different sort for the soldier standing in the doorway, the soldier pointing his weapon at the unknown who experiences this absurd situation at a distance of just a few hours from the cafes of Tel Aviv." Levac stresses the equal treatment given to the objects of Wolberg's pictures, both in the photograph's composition and the viewer's eyes.
Wolberg's new exhibition, "Dissemblance," now showing at the Ashdod Museum of Art-Monart Center (Moshe Ninio, curator ), is a collection of photographs covering the decade 2002-2012. The exhibition clarifies Wolberg's unique way of working - both distant and close - that is motivated by a sense of commitment and urgency to be there and document the events but is not in the service of any particular agenda.
Wolberg takes an equal, democratic, non-hierarchic, direct look at his subjects, be they Muslim, Christian or Jew, Palestinian or Israeli. It is hard to ignore the loaded exhibition name, "Dissemblance." It relates in part to externally imposed disguises (Palestinian detainees whose eyes are blindfolded ), in part to masquerading by choice (Purim ), and in part to the gray areas in between, such as the bride who is completely covered from top to toe, standing across an all-male audience at her wedding in the Vizhnitz Hasidic sect in Bnei Brak.
One of the prominent photographs in the exhibition, also appearing on the catalog cover (designed by Michael Gordon ), is of a Jewish settler wearing a colorful peacock costume attached in a seemingly natural way to his hair and thick beard. He is photographed against the background of Shuhada Street, which in the past served as the location of the lively outdoor market of Arab Hebron. In the catalog, Ninio writes that the photograph was taken after the eviction of the Palestinians from their homes was completed, making the presence of IDF soldiers unnecessary: "In other words, what is presented to us is a portrait of the new owner standing at the crossroads."
"That's a curator's choice," says Wolberg and explains that, for him, everyone is just a figure. "That's my work. I don't photograph people, I photograph figures. Ultra-Orthodox versus secular, Arab versus Jew, demonstrations by this group and that, and you're always in the middle. In the middle of it all you can't photograph people; I've hardly ever photographed people." So what distinguishes one person from another? "The photograph does. The picture does. That's what I was taught," he answers. Ambiguous answers like this are given regularly throughout our conversation.
Getting Wolberg to talk is a challenge. His answers are terse, not because he's trying to be evasive but because he doesn't see much point in talking. He does his job. He's aware of varying interpretations of his work, to the fact that he is sometimes seen as political, and at other times as the representative of marginalized people, but he prefers not to commit himself to any one of these views. "I can't control the political reading of my work. I just try to maintain my vision," he says.
Exactly ten years have passed since he presented his exhibition "Zero Range (Israel )" at the Tel Aviv Museum of Art (also curated by Moshe Ninio ), which gained critical praise and made him one of the most important photographers in Israel. "At some point in the future, the emblematic photographs by Pavel Wolberg will become our history. More than ever, Wolberg captures the spirit of the place and time as an artist and documentarian," is what Uzi Tzur wrote in Haaretz at that time.
In a conversation between Wolberg and Ninio, recorded in the Tel Aviv exhibition catalog, the photographer was consistent when speaking about taking pictures in the occupied territories. He distinguished the Palestinian subjects from the Israeli ones in a way that is almost the opposite of the sympathies apparent in some of his works. "I don't feel close to them. I'm interested in the things I know, and I have no familiarity with the Palestinians," he said. "It is easier for me to take close-ups of soldiers. The army is something I know; there, I understand what I'm photographing - I'm not willing to photograph from a place that isn't free. To take close-ups of Palestinians, as some people do, is approaching things from their stance or accepting their stance." Later on in the conversation he added, "Were I less Israeli, perhaps I'd do it."
On the other hand, regarding one of his works in which a young Palestinian woman is looking at a soldier with contempt in her eyes and a sneer on her mouth, he said: "To me, she doesn't seem any weaker than the soldier. I think she has the advantage over him; she even feels sorry for him. Now, somehow, I have an easier time understanding the woman than the soldier. I'm supposed to understand him, but I don't get him anymore. And that's not a matter of the occupation. I don't know why I feel less connected to him."
Wolberg, 48, was born in Leningrad. An only child, he immigrated to Israel with his grandmother and mother when he was seven years old. The father, who remained in Russia, died about a decade ago. "My mother and grandmother were Zionists," he says. "It was hard for me to leave Leningrad. We took some furniture with us, but left a lot behind."
He remembers his formative years in Russia well, and feels that they made him into a photographer and artist. "I had a very developed visual sense. Ever since I was a kid, I've been attracted to pictures. I spent a lot of time at the Hermitage Museum, my mother had a collection of art books, and I drew and painted all the time," he recalls.
Besides his mother's art books, he remembers an etching of a lioness with arrows in her back in his parents' home. "The image scared me. It represented war," he says. "There was also a picture of a father giving his sons three swords; somehow, that picture also grabbed my imagination." Wolberg is talking about Jacques-Louis David's painting, "The Oath of the Horatii," picturing Horatius enjoining his sons to fight a ritual duel against three members of the Curiatii family.
After coming to Israel, the family settled in Be'er Sheva. "I felt as if I'd been uprooted and thrown someplace I didn't want to be. I couldn't understand why there was no wallpaper on the walls, and I hated the light and the sun. I remember closing all the shutters to escape the light and lying on the floor to cool off," he says. Wolberg and his mother attended a Hebrew-language ulpan. The language came easily to him, but while his mother was excited by Israel and wanted to assimilate into the society, he felt detached until high school. The grandmother spoke only Russian until the day she died.
He remembers the old Zenith camera his mother, a kindergarten teacher, owned, but his love affair with photography started only many years later: "I wasn't interested in the field until after I was discharged from the army. After the army, I didn't feel like doing anything. When I was 23, I bought a Nikon and took pictures, but nothing came of it," he says. Thanks to a friend who was studying photography, he applied to the Bezalel Academy of Art and Design in Jerusalem, but he was not accepted. Instead he attended Camera Obscura School of Art and moved from Be'er Sheva to Tel Aviv.
He got into newspaper photography in 1992 thanks to an ad in Hadashot. He took an assignment that involved providing the illustrations for an article about schools. Afterward, on a whim, he decided to go to Netivot to attend an event held by Rabbi Yisrael Abuhatzeira (the Baba Sali, literally "praying father" in Arabic ), a leader of Moroccan Jewry renowned for his ability to work miracles through his prayers. At the event, Wohlberg photographed entertainer Dudu Topaz (who had gained notoriety in 1981 for using a derogatory word about North African Jews ) wearing a jalabiya. He approached the newly-launched Anashim paper with the photo and started working there. Some years later, he joined Haaretz, where he worked until four years ago.
At the Tel Aviv Museum exhibition you showed tough photographs taken in explosive situations in the Israeli-Palestinian conflict. The current exhibition is less direct, with humor and a sense of the absurd becoming more central elements.
"First of all, there is a difference between photographing and advertising. Photographing is like seeing. There are things I wouldn't show today, but then I saw and photographed and submitted the pictures to the newspaper because that was the accepted thing to do. In the 1980s, for example, there were military incidents in Lebanon and people would easily take pictures of dead terrorists. Today the acceptable norms in photography have changed."
How do you see yourself - as a photojournalist, documentary photographer, or artist?
"At first I didn't think about photojournalism, but when I started working in the field it seemed to suit me. Back then, going into the occupied territories gave you a sense of freedom. I felt as if I were going abroad, to the Wild West. I love surprising myself. Newspapers love a climax, when everything's clear. Photojournalism is a direct flash and a flat picture, and that's not my own inclination. But even when I worked in photojournalism, I did what I wanted, and went everywhere based on instinct. Today, everything's much more institutionalized, and photographers are sent out to get this item or that.
There is no doubt that the digital era has depreciated the status of the photojournalist. Now, photojournalists are at the bottom of the journalistic pyramid. At best, they are a service provider."
As someone who was known as a photojournalist, how do you relate to becoming a part of the art world?
"The first time I showed in a one-man exhibition was at the Herzliya Art Museum in 1995. Haim Lusky, who had been one of my teachers, curated the exhibition. It seemed to make more sense than journalism. Since childhood, I understood that pictures were supposed to be in a catalog or a book or on a wall. But I remember my exhibition at the Tel Aviv Museum, and telling a colleague from the Getty Agency about it. He was really condescending about the whole thing. 'We're photojournalists; we deal with the real world and work in a way that affects people and the definition of art.' Today, when I exhibit, even people from the world of journalism take it seriously."
Since 1997, Wolberg has been working with the prestigious Dvir Gallery, and in June it will open a new exhibition of panoramic works from recent years, an important achievement, as he puts it. Two of these works appear in the Ashdod exhibition as a teaser. When still working in photojournalism, Wolberg started to photograph using a panoramic analog format. "I started using this format when I started to rebel against photojournalism," he says. "Panoramas are no good for newspapers. On the contrary: newspapers are interested in entering into the heart of what's happening, whereas the panorama takes a huge step back and is interested in how the landscape is shaped and how it is possible to relate to many more things within it."
What is your favorite location, the one you find yourself going back to?
"Leningrad, I think. I went back there for the first time in 2006. It was a positive experience. Almost everything has stayed the same. I was born in the center of the city, and I went to see the house where I grew up and the places I'd known. Other than that, the language is important to me, and that's another reason I travel to Russia. I connect better to the people there, I have an easier time drinking with them and talking to them. Here, it's different."