viernes, 20 de abril de 2012

El desnudo fotográfico



El desnudo fotográfico: de sustituto a arte por derecho propio

Una exposición del Metropolitan de Nueva York recorre la historia del desnudo en fotografía

En más de 60 instantáneas se muestran los diversos usos de la figura humana en ese género


El desnudo en la fotografía es ya todo un género, pero un siglo antes que artistas como Richard Avedon, Robert Mapplethorpe y Helmut Newton lo perfeccionaran, otros pioneros exploraron las variadas vías de retratar el cuerpo al natural y sin ropajes. La representación de la desnudez se analiza minuciosamente en una nueva exposición en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York, titulada Desnudos frente a la cámara, que se podrá visitar hasta el 9 de septiembre.
En los albores del género, las fotografías de desnudo se emplearon como sustitutos de los modelos reales para pintura. Era un modo de ofrecerle al artista un posado natural, sin tener que colocar al modelo ante él durante horas. Una de las obras expuestas, una impresión en papel salado de 1853, del francés Julien Vallou de Villeneuve, titulada Desnudo femenino reclinado, es la obvia inspiración del óleo del también francés Gustave Coubert de nombreMujer con loro, de 1866, también expuesto en el mismo museo.
En la exposición se ofrecen varias muestras de ese uso casi utilitarista del desnudo en fotografía, en tiempos de los pioneros del siglo XIX. Se exhiben, sobre todo, retratos de mujeres, y uno de un hombre. Según el gusto artístico e historiográfico de la época, los retratos expuestos tienen tintes clasicistas, convirtiéndose en imitaciones del gusto atribuido a la era grecorromana. Es especialmente representativo un desnudo femenino anónimo de 1856, que remite a las conocidas esculturas de la diosa Venus.
Casi con el mismo sentido de la utilidad, en la era de los pioneros se empleó la cámara con fines de registro científico. Hay en esta exposición una imagen, tomada por Nadar en 1860, que muestra las partes íntimas de un hermafrodita. Se exponen también estudios de movimiento, de musculatura masculina e incluso algunos retratos de corte etnográfico, como Chicas zulú, de 1892-93, del estudio de G. W. Wilson.
Prolegómenos a la toma de conciencia de la fotografía como arte, esas secciones abren la vía al verdadero ingreso del desnudo en elevados círculos estéticos. En período de entreguerras, artistas como Brassaï, Man Ray, André Kertész y Bill Brandt comenzaron a integrar en sus obras la figura femenina al desnudo. Llevaron las posibilidades técnicas de sus instrumentos hasta el extremo, y pasaron del naturalismo más riguroso a la vanguardia más osada.
Desnudo femenino reclinado, de Julien Vallou de Villeneuve, 1853
Un buen ejemplo de ello es Desnudo, tomada entre 1931 y 1934 por el francés nacido en Rumanía Brassaï. El cuerpo, tal y como se compone el retrato, queda mutilado y convertido en una sucesión de curvas y relieves, luces y sombras, en la línea de las vanguardias de la época. Se exhiben también diversas distorsiones ópticas de Kertész, nacido en Hungría y emigrado a Estados Unidos. Empleando espejos de distorsión, logra un efecto expresionista, de extremidades desmesuradas y cuerpos irreconocibles.
Tras la época de experimentación, a finales del siglo XX los grandes autores de la fotografía comenzaron a emplear el desnudo como una forma de expresión personalísima, integrando la figura humana dentro de su propio discurso. Uno de los maestros del desnudo en esa corriente fue el norteamericano Robert Mapplethorpe, que colocó sus instantáneas en el centro de una guerra cultural, por su registro del homoeroticismo y de las conductas sadomasoquistas. De él se exhibe aquí un retrato de Patti Smith tomado en 1976.
En la misma corriente, si bien con un estilo distinto, se hallan Hombre jubilado con su mujer en su casa en un camping nudista una mañana, Nueva Jersey, de 1963, y Un hombre desnudo siendo una mujer, Nueva York, de 1968. Ambas pertenecen a Diane Arbus, una fotógrafa que centró su carrera en observar minuciosamente la extrañez en la esencia humana. Son ambas obras homenajes velados a aquellas personas tachadas de marginales por su diferencia. Y en ese propósito, el desnudo tiene, también, un papel esencial.

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