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CELSO FERREIRO El Ágora de La Coruña, parte relevante de la diversa oferta cultural de nuestra ciudad, ha exhibido una valiosa muestra de fotoperiodismo, que coincidió con la muerte en Polonia de Wilheim Brasse (3/12/1917-23/10/2012), el fotógrafo del horror nazi. Prisionero en Auschwitz, le salvó su profesión, pero fue obligado a retratar a unos 35.000 compañeros de cautiverio. Brasse, que vivió atormentado por sus recuerdos, consiguió salvar miles de negativos, que hoy se exhiben en el museo del campo de exterminio. En el Ágora, dentro del ciclo de calificados ponentes, no tuvimos referencias al padre del fotoperiodismo, el norteamericano Mathew Braby, fotógrafo de la Guerra de Secesión, primera contienda captada por las cámaras. El reporterismo alcanza su cénit en Europa por profesionales como Robert Capa, Agustí Centelles, Miguel Massats y otros, además por el impuesto y relevancia que le otorga la incorporación de los grandes del realismo humanista francés, como Renet-Jacques, Pierre Joham, Robert Doisenau, Willy Ronis y, sobre todo, de Cartier-Bresson. El más popular y legendario tal vez sea Robert Capa, que, con su compañera Gerda Taro, estuvo en todas las guerras. Gerda murió arrollada por un tanque en la batalla de Brunete y Capa, destrozado por una mina en Indochina. Centelles y Massats se circunscriben a España. Centelles inmortalizó la lucha de clases y los sangrientos sucesos de Barcelona en más de 400 negativos que se llevó en su huida a Caracasonne (Francia). A la muerte de Franco, los recogió y hoy constituyen un valioso testimonio documental. Decía Bresson que la mejor imagen es la que se acerca a la muerte. La más conocida de Capa es la muerte de un miliciano en primera línea de fuego en Cerro Muriano (Córdoba), obtenida en inquietante blanco y negro, con grave riesgo de su vida. En Galicia, transcurridos unos años, una de las mejores muestras de fotoperiodismo es la estampa de la despedida de emigrantes en el puerto coruñés. La imagen fue reproducida, mundo adelante, apenas con un pie de foto de localización. Hablaba sola, de su autor Manuel Ferrol, nadie lo hace.
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