sábado, 25 de febrero de 2012

el arte es un negocio, el negocio del arte

El arte era un negocio para algunos, durante demasiado tiempo se ha sufrido en Catalunya el síndrome van Gogh, como hijo de Agustí Centelles i Ossó puedo explicar como entidades, empresas comerciales y auto-proclamados expertos han intentado utilizarnos como si fuéramos la familia del gran pintor.


PUES HA SIDO QUE NO, DENTRO DE POCAS SEMANAS HABRÁ MUCHA NOTICIAS, TODAS POSITIVAS DE LOS PROYECTOS CENTELLES.


A los que tanto gustan criticar lo ajeno ¡tienen tanto trabajo propio acumulado!, endogamia, enchufes, ceses de personas no afines al selecto Club de la Cultura Molt Catalana, tránsfugas ególatras y mucho, mucho más.


Octavi Centelles i Marti 


Un claro ejemplo de auto-promoción ha sido y es el gran artista multimedia:
Andy Warhol, el hombre que transformó el arte en negocioConsiderado el artista norteamericano más influyente de la segunda mitad del siglo XX, consiguió materializar el sueño americano alcanzando la fama a los 30 años. Dejó un legado artístico valorado en 220 millones de dólares. Veinticinco años después de su muerte, Andy Warhol continúa siendo uno de los artistas más influyentes y carismáticos de la historia del arte y la cultura contemporaneas. Tachado de frívolo, cualidad de la que alardeaba, fue tratado duramente por la crítica, que obnubilada por su polémica y licenciosa vida y su extraño aspecto (portaba una estrambótica peluca plateada) no supo apreciar su talento.Warhol fue un innovador que desmitificó la concepción del artista como un difícil oficio que precisaba de duros años de formación y perfeccionamiento. La transformó en un mero negocio cuyo único mérito radicaba en ser una celebridad y… ganar dinero. Su objetivo no era crear algo nuevo y original, para él triunfo era sinónimo de ganancia y para ello bastaba con seguir las normas de la publicidad, no del arte.Fundador, junto a  Wesselman, Rosenquist, Oldemburg y Liechtenstein, del pop art americano a principios de los sesenta, y se erigió como gurú del arte al romper las barreras entre éste y la cultura de masas. Su íntimo deseo era alcanzar la fama que, como prototipo del artista joven, consiguió a los treinta años. Una vez conseguida, la utilizó cual experto en redes sociales para convertirse a sí mismo en una rentable marca. ‘El arte comercial es mucho mejor que el arte por el arte’ afirmaba. Y en la Factory, legendario almacén donde Andy y su cohorte 'trabajaban', vivían y celebraban l

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