Richard Mosse fotografía en infrarrojo la guerra del Congo para 'ver' la tragedia
El premiado fotoperiodista irlandés utiliza una película fabricada para fines militares para intentar 'entrar' en la magnitud del conflicto.
Los colores y los tonos convierten las imágenes en paisajes irreales.
En la República Democrática del Congo ha muerto 5,4 millones de personas desde 1997. Ha habido 400.000 violaciones
La intención de que las fotos transmitiesen esa irrealidad primó en la decisión del reportero de utilizar la película Aerochrome II, un film fabricado por Kodak y desarrollado para usos militares en la década de los años cuarenta del siglo XX. La película, que la empresa dejó de producir el año pasado, era empleada para detectar el camuflaje bélico en retratos aéreos.
La patología de esta guerra escapa a la comprensión de nuestra mirada Las fotos de Mosse, que se exhiben en la exposición Infra de la galería Open Eye, en Liverpool (Reino Unido), muestran el paisaje del desastre bajo la irreal óptica de la película, que filtra la luz infrarroja invisible para el ojo humano y muestra los motivos en tonos azul lavanda, carmesí y rosa intenso. La "patología" de la guerra del Congo es tan compleja que "escapa a la comprensión de nuestra mirada", ha declarado el fotógrafo al comentar su opción estética.
En sus viajes por el este del país, la zona más castigada por la guerra, el reportero siguió a grupos rebeldes armados en busca de alianzas en un territorio selvático plagado por las emboscadas, las masacres y la violencia sexual sistemática. Un estudio publicado en 2011 en la revista médica, American Journal of Public Health, concluyó que unas 48 mujeres son violadas cada hora en esta zona, donde 1,7 millones de personas han tenido que abandonar sus hogares y desplazarse a lugares con menos violencia.
Durante los últimos siete años Mosse ha ejercido el fotoperiodismo en Yugoslavia, Irán, Iraq, Pakistán, Haití y Siria. En los escenarios de desastres naturales o violencia bélica siempre ha intentado ofrecer una opción personal y alejada de los cánones del documental, porque el primer deber de un reportero, señala, es "ponerse en duda a sí mismo".
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