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viernes, 16 de noviembre de 2012

las maletas... de la historia


TV / ESTRENO EN TVE

«La maleta mexicana»: más de 4.000 fotos de la Guerra Civil ocultas durante 70 años

Día 16/11/2012 - 12.15h
La 2 estrena este viernes, a las 22.00, la película documental «La maleta mexicana», que cuenta la historia de tres fotógrafos (Robert Capa, David Seymour «Chim» y Gerda Taro), testigos de primera línea en la Guerra Civil española. Sus imágenes, más de cuatro mil, desaparecieron en París en 1939 y no se recuperaron hasta 2007 en Ciudad de México. La cinta está dirigida por Trisha Ziff y ha sido producida por Mallerich Films Paco Poch212 Berlín TVE.
«La maleta mexicana» contenía más de 4.200 negativos tomados durante la guerra por los tres amigos, exiliados de Alemania, Polonia y Hungría. La maleta en sí nunca existió. Se trata de tres cajas de cartón, que se hicieron para guardar 126 rollos de película, que de algún modo viajaron de Europa a México. Hay varias teorías sobre cómo pudieron llegar las fotografías tan lejos y sobre la participación de México en la contienda española.
La historia es a su vez una caja llena de otras historias, de supervivencia, de recuperación, de memoria y de pérdida, de viajes y exilio. El hilo principal comienza en París, se traslada a Madrid, Barcelona, Marsella, regresa a París y de allí cruza el Atlántico hasta el puerto de Veracruz, en su camino hasta la Ciudad de México, para llegar finalmente a Nueva York. El viaje se prolonga durante setenta años.
Pero también es una historia de contradicciones: la maleta que un hombre menospreció, otro buscó y un tercero, tras dudar interminablemente, devolvió. «La maleta mexicana» descubre el extraordinario contenido de estas cajas y explora su importancia actual por lo que supone de recuperación histórica del pasado.
Dos de los fotógrafos protagonistas de esta historia se convertirían eniconos de la historia de la fotografía del siglo XX y del fotoperiodismo: David Seymour, conocido como Chim, y Andre Friedmann, que se cambió el nombre por el de Robert Capa, ambos fundadores de Magnum Photos. La tercera era la amante y editora de Capa, Gerda Pohrylle, quien posteriormente se hizo llamar Gerda Taro.

viernes, 17 de agosto de 2012

Martine Franck en noir et blanc

Martine Franck, au MoMA, le 6 avril 2010.

Martine Franck en noir et blanc

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Par Armelle HeliotMis à jour  | publié  Réactions (2)

Martine Franck, au MoMA, le 6 avril 2010. Crédits photo : STAN HONDA/AFP

La photographe, qui fut l'épouse d'Henri Cartier-Bresson, est décédée à la suite d'une maladie, à l'âge de 74 ans.

Membre de l'agence Magnum, elle appartenait depuis 1964 à la coopérative du Théâtre du Soleil. Elle s'était dévouée à son mari, Henri Cartier-Bresson, jusqu'à la mort de ce dernier, en août 2004. Elle s'est éteinte le 15 août, vaincue par la maladie. Elle avait 74 ans.
Elle était d'une radieuse beauté. Une force intransigeante et douce émanait d'elle. Son visage à l'architecture délicate, son regard puissant, aigu et tendre, sa silhouette harmonieuse, sa voix mélodieuse frappaient. La maladie, contre laquelle elle luttait depuis des mois, avait émacié ses traits et rendu presque transparente sa silhouette. Mais avec quelle force d'âme elle aura affronté les épreuves, avec quelle sensibilité elle aura exercé son métier de vivre, la photographie! Avec quelle intelligence elle aura défendu son art et des camarades photographes!
Les gens de théâtre ont eu la chance de la connaître très tôt, car elle fut membre fondatrice du Théâtre du Soleil en 1964 ; elle ne quitta jamais la troupe de légende et la rayonnante Ariane Mnouchkine. Martine Franck a traduit en photographies saisissantes les mises en scène, les spectacles, l'atmosphère de la troupe, la vie quotidienne à la Cartoucherie, les ateliers, les saisons. Elle était aussi excellente dans les paysages que dans les visages.

Horizons lointains

Née à Anvers le 2 avril 1938, elle avait été habituée dès l'enfance aux horizons lointains. Elle suit ses parents aux États-Unis, en Grande-Bretagne. Mais c'est à Madrid qu'elle étudie l'histoire de l'art avant de venir à Paris et d'être élève à l'École du Louvre. Cette culture classique, sa passion pour la peinture, son goût profond de la littérature éclairent toute son œuvre de photographe.
Dès ses premiers voyages, et notamment lors du grand périple en Asie centrale et en Extrême-Orient, en compagnie d'Ariane Mnouchkine, un voyage initiatique pour l'une comme pour l'autre, elle photographie. Afghanistan, Orient, elles sont en quête de la beauté des autres civilisations, d'un monde unique et chamarré. Chine, Japon, Inde, elle rapporte de superbes images qui ne sont jamais esthétisantes.
Martine Franck aimait le réel. En 1964, elle travaille à Paris pour Time-Life et devient l'assistante d'Eliot Elisofon et de Gjon Mili avant de devenir photographe indépendante. Elle travaille beaucoup pour les grands magazines américains, sans jamais lâcher le fil du Soleil et des moirures de la Cartoucherie. Ses reportages, ses portraits d'artistes, d'écrivains sont publiés dans LifeFortuneSports Illustrated, le New York TimesVogue.

Le cadrage exact

C'est à Paris qu'elle revient toujours, dans l'ombre d'Henri Cartier-Bresson, de trente ans son aîné. Mais elle ne cesse de travailler et de donner une densité particulière à son univers. Elle intègre l'agence Vu, de Pierre de Feyno, en 1970, est l'un des cofondateurs de l'agence Viva en 1972, est associée de Magnum en 1980, en devient membre dès 1983.
Dans l'esprit de Cartier-Bresson, dans celui d'Ariane Mnouchkine, elle s'engage, elle témoigne. Elle signe des reportages en soutien à des causes humanitaires, collabore avec Les Petits Frères des pauvres à partir de 1985.
Des expositions lui sont consacrées, des livres. En 1995, elle signe avec Robert Delpire, géant de la photographie lui aussi, un film consacré à Mnouchkine et au Théâtre du Soleil et, avec Fabienne Trouvé, pour France 3, un film sur l'île de Thoraigh, en Irlande.
Lors de la dernière exposition de Martine Franck, à la galerie Claude Bernard, au printemps dernier, on pouvait voir une des photographies de Thoraigh Island, oiseaux de mer et hautes roches rangées comme des livres. Elle avait le sens de l'espace, du cadrage exact. Voyez cette allée de l'Observatoire de Meudon sous la neige, d'un graphisme pur, qui tire vers le Japon, l'abstraction. Voyez ses portraits: Balthus au chat, Diego Giacometti dans son atelier. Elle aimait les êtres.
Elle reposera près de Cartier-Bresson, à Mont­justin, dans les Alpes-de-Haute-Provence.

domingo, 17 de junio de 2012

Robert Capa, Johh Steinbeck


Dos reporteros en el país de los soviets




















Dos reporteros en el país de los soviets

18 de junio de 2012
Esta p
Robert Capa acumuló deudas de juego formidables. Se dice que puso Magnum a la agencia de fotos que fundó porque le gustaba celebrar sus triunfos con una botella ?magnum? de champán. El escritor John Steinbeck tampoco era un tipo ejemplar. Según el retrato malévolo que hizo Capa de él, Steinbeck estaba aquejado de una «sed considerable». De hecho, el autor de ?Las uvas de la ira? hilvanaba frases con fluidez solo cuando había mojado convenientemente el gaznate, si hemos de creer al fotógrafo. Ambos formaron una extraña pareja. Con el ánimo bajo, se encontraban una vez sentados a la mesa del bar del Hotel Bedford de Nueva York tomando dos ?Suissesses?. Curtidos en el periodismo y asqueados por las aburridas noticias que escupían los teletipos, no se les ocurrió mejor idea que viajar a la Unión Soviética. Corría el año 1947 y todo el mundo hablaba de Stalin, del Soviet Supremo y de los misiles teledirigidos. Pero, como decía, Steinbeck había cosas que nadie sabía de los rusos. ¿Qué comían? ¿Cómo hacían el amor y cómo morían? Eran asuntos que interesaban a los americanos. Para cubrir esa laguna, hicieron las maletas con el fin de relatar todas las vicisitudes de su periplo, en el que visitaron Moscú, Kiev, Stalingrado y las estepas y granjas ucranianas, entre otros muchos lugares. «Trabajaríamos juntos, evitaríamos la política y los temas más amplios. Nos mantendríamos lejos del Kremlin», se propuso Steinbeck.
Las crónicas que Steinbeck escribió y las fotos que Capa hizo se publicaron en el ?New York Herald Tribune? y en 1948 aparecieron reunidas en un libro bajo el título ?Diario de Rusia?, que ahora la editorial Capitán Swing se encarga de rescatar.
Capa regresó con unos cuatro mil negativos y Steinbeck con varios cientos de páginas con apuntes. Se habían topado con campos y ciudades devastados por la guerra, hombres y niños lisiados, mano de obra barata y gentes animadas por un espíritu heroico que se afanaban en la reconstrucción del país.
Crónica de viajes
Para la derecha más intransigente de EE UU aquel libro poco menos que era un sacrilegio. Ni el fotógrafo ni el escritor se ensañaron con los demonios bolcheviques. Y para la izquierda más ortodoxa el libro no cantaba las excelencias de la patria del proletariado.
Sin proponérselo, Capa y Steinbeck firmaron una magnífica crónica de la literatura de viajes, un relato honesto y trufado de humor. No pudieron ver todo lo que quisieron ?al fin y al cabo la visita no escapó a la vigilancia del régimen?, pero la prosa del autor de ?Al este del Edén? es un ejemplo de elegancia y perspicacia. No faltaron voces que recriminaron al dúo que no testimoniara las purgas, deportaciones y atrocidades perpetradas por Stalin contra la disidencia y todo aquel que sacara los pies del tiesto. Sin embargo, está crítica se revela un poco ingenua. ¿Cómo iba el régimen soviético a dejar contemplar sus vergüenzas a un escritor y fotógrafo reputados y prestigiosos? Por aquellas fechas no había noticias del gulag. El libro está escrito en la Guerra Fría, poco después de que Churchill anunciara al mundo que entre Occidente y la URSS se interponía un telón de acero. Los dos reporteros se percataron enseguida de que si los norteamericanos sufrían una «moscovitis» aguda, una afección que les llevaba a tragarse cualquier patraña y tergiversar los hechos que acontecía en la URSS, los rusos no les iban a la zaga en su «washingtonitis» patológica. Con estos antecedentes, ni a Capa ni a Steinbeck les extrañó que en vísperas del viaje un afamado hombre de negocios les dijera: «¿Así que van a Moscú? Cojan unas cuantas bombas y suéltenlas encima de esos rojos hijos de puta».
Fotógrafo y escritor se dieron de bruces contra la burocracia, aguardaron colas interminables, se sorprendieron del aire uniformado que gastaban los hombres y de la manía de bailar solas de las mujeres: había pocos varones a causa de la mortandad de la guerra y los pocos que había eran demasiado tímidos.
La aventura por Rusia sirvió para que los famosos viajeros se conocieran mutuamente. Steinbeck descubrió que su compañero de fatigas era un ladrón redomado de libros y Capa se sorprendía del ensimismamiento mañanero del escritor, del que solo le sacaba la contemplación de «una muchacha bonita en una fiesta». «Este nuevo personaje es capaz de coger el teléfono y pronunciar palabras como vodka o cerveza».

jueves, 17 de mayo de 2012

Magnum 62 : 1970s - 1990s, the mutation


The emergence of photojournalism always depended hugely upon technological development of the camera. With the introduction of the 35 mm Leica camera in the 1930s, it was made possible for photographers to move with action, taking shots of events as they were unfolding. The years from the 1930s until the 50s have often been described as the ‘golden age of photojournalism’. The Vietnam War has often been described as the last ‘photographer’s war’, and since the 1970s the influence of photojournalism has gradually declined – the sense in an image could improve current living conditions was questioned and the belief that the camera does not lie and present a completely transparent view has gradually declined. This directly affected picture magazines such as Life, Picture Post and Paris Match and photographers were faced with fewer opportunities to disseminate their work through these avenues.+
One of the Magnum members whose work was still published widely in the 70s was Meiselas. Meiselas, born in 1948, is featured in this exhibition with one of her early photographs,Lena in the Motel. She joined Magnum in 1976 and her well-known photographic essay of the Sandinista revolution in Nicaragua has been published in numerous magazines across the globe.a member of Magnum Photos in 1979 and served as its president from 1997 until 1999. His work has been published in numerous books. The photograph featured in this show (Brothers, Red Deer, Croydon, London, 1976), appeared in his first book The Tedsand has become one of his best-known images. Photographer Alex Webb, featured with Bar, Gouyave, Grenada, 1979, also chose to disseminate his work in book form and up until the present day has published seven books. His work has been exhibited widely in the United States and Europe, in museums including the Museum of Contemporary Art in San Diego, the Whitney Museum of Contemporary Art and the International Center of Photography in New York. Webb is also a good example of illustrating the way that the photographic language itself was changing and evolving as well – he is known for his style, characterized by intense colour and light (how is he a good example?). Through the usage of warm and saturated tones his photographs – often of places characterized by cultural tension and rawness – Webb’s images convey a strong sense of enigma, irony and humour. These images often reveal more about the observer rather than an attempt to illustrate society’s underpinn

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jueves, 5 de abril de 2012

Qué grande es Cristina García Rodero


(c) Cristina García Rodero,  Magnum Photo


Semana Santa, estoy repasando los catálogos de Cristina García Rodero

Que grande es esta fotógrafa manchega. Según mi opinión la mejor de España. Y lo mejor es conocerla personalmente, es una persona humilde, tímida y sencilla pese a ser el primer fotógrafo de nuestro país en pertenecer a la prestigiosa agencia Magnum.
Comenzó con una beca fotografiando fiestas y tradiciones españolas logrando un autentico estudio de antropología. Después viajó por diversos países buscando la esencia del ser humano.