Mostrando entradas con la etiqueta Jean-François Leroy. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Jean-François Leroy. Mostrar todas las entradas

martes, 3 de septiembre de 2013

Visa pour l'image 2013, los fotoperiodistas en pie de guerra

Fotoperiodismo en pie de guerra

Visa pour l’Image, la gran cita del gremio celebrada en Perpiñán, celebra su 25º aniversario en plena pelea por lograr el reconocimiento de la profesión

Un hombre transporta un ataúd tras el funeral de una madre y de una hija muertas en un atentado con coche-bomba en Irak en 2003 / JOÃO SILVA
Veinticinco años exhibiendo el mejor fotoperiodismo del mundo. Veinticinco años enseñando al espectador a mirar, a sentir empatía y a interesarse por lo que pasa más allá de su entorno inmediato. Esa ha sido la razón de ser de Visa pour l’Image, el festival fotográfico que se celebra esta semana en la ciudad mediterránea de Perpiñán, al sur de Francia y que tiene ante sí el reto de acertar en su criterio expositivo, de reconfortar y revalorizar una profesión siempre en la cuerda floja y de ahuyentar la sensación de déjà vu.
Esta edición rinde homenaje a los maestros Don McCullin, John G. Morris (fotógrafo y editor gráfico) y João Silva, y presenta los trabajos de fotógrafos caracterizados por la inmersión documental intimista (Darcy Padilla, Sara Lewkowicz), el reportaje social-comunitario (Andrea Star-Reese, Rafael Fabrés, Sarah Caron, Vlad Sokhin, Abir Abdullah), y el fotoperiodismo clásico de guerra (Goran Tomasevic, Jerôme Séssini, Phil Moore, Sebastiano Tomada, Muhammed Muheisen).
El certamen cuenta con la presencia de las leyendas João Silva y Don McCullin 
Jean-François Leroy, director, alma del evento y comisario único, mantiene el mismo espíritu reivindicativo de siempre y sigue siendo el canario de la mina que alerta cuando las cosas no van bien. En 1989, fecha de la primera edición de Visa, los fotógrafos utilizaban la película Ektachrome. Hoy ha cambiado la tecnología, pero su concepción del fotoperiodismo como una especie de misión en la que cada actor tiene su cuota de responsabilidad no ha variado.
Después de dos años, Leroy sigue esperando a que el gobierno francés conceda todo el reconocimiento y apoyo institucional que, considera, debe recibir la fotografía. En total, este año el festival reparte 120.000 euros en premios, lo que supone un estímulo imprecindible para la profesión.
Rafael Fabrés: “El problema no es que no haya dinero, es que no hay interés”
Leroy se muestra sorprendido de que los editores gráficos españoles no se interesen más por el festival, a pesar de su disposición a mostrar la riqueza de la fotografía española y latinoamericana (la organización colabora con la fundación Photographic Social Vision). También sorprende que tan solo haya tres medios españoles —los tres, catalanes— que hayan enviado trabajos para su consideración a los premios Visa de Oro. Los tres tratan temas relacionados con los desahucios y la crisis. Una fotografía del español Diego Ibarra Sánchez está nominada… por el diario Libération. Sylvain Cherkaoui cambió Madrid por Senegal y Malí, y es presentado por LeMonde.
El director de Visa ha conseguido traer, por fin, a McCullin y Silva, pero también valora los reportajes —“realizados con distancia, respeto y humildad”— que son capaces de mostrar fotógrafos como Star-Reese y, el año pasado, Robin Hammond. Dos de los autores por los que él ha apostado personalmente y cuyo trabajo ha promovido.
Haciendo balance de estos 25 años, Leroy lanza un mensaje: “Abran los ojos”. Si cada año consigue conmover el espíritu de una sola persona, dice, se siente satisfecho. “Pero no soy yo el que abre los ojos de la gente, sino los fotógrafos, que comparten la pasión de testimoniar. Por eso me considero el hombre más afortunado”.
Esa placidez, aun en medio del dolor físico que le producen las heridas recibidas por la explosión de una mina en Afganistán, es la que desprende João Silva, el mítico fotógrafo otrora miembro del Bang Bang Club —coinspirador de la película del mismo nombre—, ahora fotógrafo de plantilla de The New York Times.
Silva, que ha sufrido una cincuentena de operaciones desde el día en que perdió ambas piernas mientras tomaba fotos junto a una patrulla de soldados de EEUU en octubre de 2011, es el objeto de una retrospectiva en la que se aparecen la escenas más sórdidas de la guerra en Irak, Sudáfrica y Afganistán, pero también la mirada compasiva ante las víctimas. El fotógrafo ha asumido que “la vida es cambio”, se siente “feliz por poder ver crecer cada día” a sus hijos Isabel y Gabriel, cuyos nombres lleva tatuados en el pecho, y afirma que intenta “recuperar poco a poco” su vida anterior. “Retomar mi ritmo <CF>en la cobertura de conflictos, volver al vórtice. Sentirme completo de nuevo”.
El fotorreportero no tiene más que agradecimientos a su periódico, que costeó su tratamiento hospitalario y rehabilitación, y para “la lluvia de apoyos y cariño” recibidos de todo el mundo, lo que le lleva a afirmar que “la gente, en el fondo, sigue valorando el fotoperiodismo y los riesgos que corremos”.
No hay rencor ni amargura alguna en sus palabras, aunque lamenta la “desesperación” de la industria periodística por conseguir audiencia, a expensas del reportaje, y el hecho de que mucha gente “no quiere enfrentarse a la realidad”. Por eso, dice, su objetivo es conseguir que el espectador “salga de su zona de comfort”.
Rafael Fabrés, fotógrafo madrileño afincado en Río de Janeiro, ha cubierto la epidemia de cólera y las elecciones en Haití y, recientemente, la política de pacificación o toma de control por parte de la policía de las favelas cariocas más conflictivas. Su trabajo, elogiado por Leroy, refleja la violencia pero también el escepticismo que transmite una política “vista como un cinturón de contención de la violencia de cara a los Mundiales de fútbol y los Juegos Olímpicos”. Y resalta que “ni los buenos son tan buenos ni los malos son tan malos” cuando se afronta la realidad de las favelas.
Como muchos otros fotoperiodistas, Fabrés cree que el problema de la profesión, especialmente en España, “no es que no haya dinero; es que no hay interés”. Y afirma: “España es un caso perdido; no sirve quejarse, así que no queda más remedio que trabajar para medios extranjeros”.
Y cumplir, así, la máxima que lleva tatuada João Silva en su antebrazo derecho: “Accept no limits”.

sábado, 7 de julio de 2012

Visa pour l'Image

Boda infantil

El festival de fotoperiodismo Visa pour l'Image alerta sobre los despidos de reporteros gráficos

Maya (8 años) y Kishore (13) posan en su nueva casa antes de su boda. La foto es de un reportaje sobre matrimonios entre niños en Yemen, Nepal y la India (© Stephanie Sinclair / VII for National Geographic Magazine)
Ampliar
  • El certamen de Perpiñán es el mayor del mundo dedicado al fotoperiodismo.
  • La edición de este año rendirá tributo a los reporteros muertos en Siria.
  • Hay programadas por el momento 30 exposiciones.
Tras recordar a los tres periodistas muertos este año mientras cubrían las protestas violentamente reprimidas en Siria —Gilles JacquierRémi Ochlik y Marie Colvin—, Jean-François Leroy, director del festival de fotoperiodismo más importante del mundo,Visa pour l'Image, cuenta una situación real igualmente dramática pese a la ausencia de sangre, sucedida casi al tiempo en que las balas mataban a los reporteros.4
"A finaless de abril  de 1912, un editor gráfico fue despedido del diario en el que había trabajado durante seis años. La razón que le dió el jefe de Recursos Humanos fue: 'Tú trabajo ya no existe'. En pocos días contraron a un asistente de fotografía al que pagaban poco más del salario mínimo, porque "no necesitamos a una persona que sepa la historia completa de la fotografía", escribe Leroy en la carta de presentación del vetarano certamen, que este año llega a su 21ª edición.

La función invasiva de las redes sociales

Los despidos de periodistas, reporteros gráficos y jefes de edición de fotografía son puestos sobre el tapete por el responsable de Visa pour l'Image con un deje de combativa ironía —"¡qué año tan emocionante!, afortunadamente aún podemos encontrar lo que nos gusta: increibles reportajes, extraordinarias y emotivas historias de primera mano que nos cuentan lo que sucede en el mundo tal como sucede"—, no sin antes mencionar en el mismo tono la invasiva y no siempre deseable participación de las redes sociales citando un tweet "muy apropiado": "Twitter hace que sientas que eres una personalidad, Instagram hace que sientas que eres un fotógrafo y Facebook hace que creas que tienes amigos. ¡Va a ser duro cuando llegue la realidad!".
Tras este prólogo, el festival de la localidad francesa de Perpiñán presenta su programa para este año, tan abigarrado como es habitual. Nada menos que treinta grandes exposiciones en el Festival Internacional de Fotoperiodismo y medio mes —del 1 al 16 de septiemre— de actividades complementarias: talleres, debates profesionales, proyecciones y encuentros.
Prisioneros de Guantánamo, la crisis griega, enfermos mentales en Árica...Como no puede ser de otra forma tratándose de un certamen dedicado a la fotografía de actualidad y de tendencia crítica,Visa pour l'Image no se anda por las ramas a la hora de programar. Mientras Mathias Braschler y Monika Fischer presentan Guantánamo, una serie de retratos psicológicos y profundos de personas que han estado detenidas de forma alegal en la base estadounidense; Louisa Gouliamaki, Angelos Tzortzinis y Aris Messinis firman La onda expansiva griega, un reportaje sobre las protestas sociales derivadas de la crisis económica.
Otras exposiciones son Condenados – La salud mental en los países africanos en conflicto, de Robin Hammond, que explora el abandono de los enfermeos mentales en las sociedades africanas; Zona de incomodidad absoluta. Avance y retirada en el Ártico ruso, de Justin Jin, sobre la decadencia de las ciudades siberianas; Sangre afrikáner / La generación que nació libre, de Ilvy Njiokiktjien, que retrata a grupos de extrema derecha en Sudáfrica, y Esos Estados de América, de Jim Lo Scalzo, sobre el fanatismo religioso en los EE UU.
También habrá una exposición antológica con fotos de Remi Ochilk, reportero de Paris-Match, de 28 años, muerto en enero de 2011 en Homs (Siria) mientras trabajaba en la cobertura informativa de las protestas en el país.