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viernes, 27 de abril de 2012

Breaking News Photography


Tarana Akbari, 12, screams in fear moments after a suicide bomber detonated a bomb in a crowd at the Abul Fazel Shrine in Kabul on December 06, 2011. 'When I could stand up, I saw that everybody was around me on the ground, really bloody. I was really, really scared,' said the Tarana, whose name means 'melody' in English. Out of 17 women and children from her family who went to a riverside shrine in Kabul that day to mark the Shiite holy day of Ashura, seven died including her seven-year-old brother Shoaib. More than 70 people lost their lives in all, and at least nine other members of Tarana's family were wounded. The blasts has prompted fears that Afghanistan could see the sort of sectarian violence that has pitched Shiite against Sunni Muslims in Iraq and Pakistan. The attack was the deadliest strike on the capital in three years. President Hamid Karzai said this was the first time insurgents had struck on such an important religious day. The Taliban condemned the attack, which some official viewed as sectarian. On the same day, a second bomber attacked in the northern city of Mazar-i-Sharif. Karzai said on December 11 that a total of 80 people were killed in both attacks. Published December 7, 2011

domingo, 22 de abril de 2012

La niña que no dejaba de gritar


Quizá sea su grito desesperado, quizá la tensión que agarrota sus dedos de niña de once años. O puede que la fuerza que transmite su mirada, más serena de lo que podría esperarse, tal vez por la monotonía adquirida por alguien que ha visto mucha muerte y mucha guerra. Lo cierto es que la imagen del fotógrafo Massoud Hossaini parece arrastrar al que la ve hacia la figura de Tarana Akbari, la niña del vestido verde, como ya se la empieza a llamar. Solo después de impregnar nuestras retinas en su desesperación nos dejamos guiar por la compasión y permitimos que nuestros ojos salten de aquí allá por el escenario desolador que la rodea. Por la mirada perdida -para siempre- de una joven en la parte superior. Por el bebé inerte a sus pies. Dolor. Para regresar después a la niña, a sus pantalones blancos manchados de sangre.
El caso es que la fotografía le valió a su autor el premio Pullitzer en la categoría de fotoperiodismo de actualidad. Y ese honor le permite ilustrar en todo el mundo las informaciones sobre el prestigioso premio que concede la Universidad de Columbia a los periodistas. Y recordar a muchas posaderas apoltronadas que en Afganistan se sigue muriendo bajo las balas y las explosiones. En este caso, a la pequeña Tarana la sorprendió el estallido de un coche bomba que guiaba un terrorista suicida. Y allí, aturdido tras la explosión, estaba Massoud Hossaini con su cámara. «Cuando el humo se disipó vi que estaba en el centro de un círculo de cadáveres. Todos apilados, unos sobre otros. Estaba en shock. No sabía que hacer. Empecé a temblar. Sé que estaba llorando», relataba a diferentes agencias de prensa afganas al recordar el momento en el que captó la instantánea, en diciembre de 2011. Habían muerto al menos setenta personas. «Me volví un poco a la derecha y vi a la niña. Cuanto vio lo que le había sucedido a su hermano, sus primos, tíos, madre, abuela y al resto de gente a su alrededor, comenzó a gritar. Hizo muchas cosas, pero en mis fotos ella sólo aparece gritando. La niña no paraba de gritar», recuerda. Como nunca cesará de gritar en sus pesadillas, reconoce el fotógrafo. Como sigue gritando ante nuestros ojos.
No fue el único Pullitzer. El New York Times se llevó dos. También tuvieron premio las páginas web del Huffingtong Post y Político. Pero la que perdurará será la imagen de la niña que no dejaba de gritar

jueves, 22 de marzo de 2012

Los riesgos del fotoperiodismo, bravo Patricia Melo

Foto: HUGO CORREIA (REUTERS)
Un agente golpea a Patricia Melo, fotoperiodista de la agencia AFP, durante la carga policial en la manifestación de la capital portuguesa.