Hay vidas cargadas de literatura. La de Mika Feldman de Etchebéhère es pura novela desde que nació en Entre Ríos, en la colonia argentina fundada por judíos huidos de la persecución zarista, y murió en París arropada por amigos ateos y bendecida por su asistenta. Entre 1902, año de su nacimiento, y 1992, el de su muerte, el mundo se convulsionó a menudo. Y Mika tenía la llamativa costumbre de estar en el epicentro de estas convulsiones, ya fuese el Berlín de 1933 en pleno ascenso del nazismo o el Madrid acosado por los sublevados contra la Segunda República en 1936.
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